Inaugurado el 29 de mayo de 1966, el majestuoso Estadio Azteca se convirtió en uno de los recintos de futbol más grandes del mundo. Con una capacidad para 100 mil espectadores, el inmueble ubicado en Calzada de Tlalpan, se convirtió en la casa del futbol mexicano.

Sede de dos mundiales, de innumerables eventos, el Estadio Azteca ha sufrido remodelaciones con la finalidad de dar más confort a los que más puedan pagar, ha reducido su capacidad de butaca, ahora son 87 mil espectadores los que alberga, como máxima capacidad, el Coloso de Santa Úrsula.

Pero qué pasa con los detalles, y le llamo detalles a esas situaciones que son las mínimas, pero en las que nadie piensa, es algo sencillo, pero olvidado. Si bien es cierto, el Azteca se ha quedado como un bodegón, esa imagen da por fuera, como un pedazo de concreto, frío calculador, ahí silencioso, observador de todo lo que le rodea, de sus columnas que se cuelgan infinidad de marcas, patrocinios, pero pese a todo ello, el aficionado, ese que tiene que subir rampas y escaleras para presenciar desde las alturas los eventos, no ha sido tomado en cuenta. Se preguntarán porqué, sencillo, usted va a la taquilla, y es triste ver esa casita de ladrillo con ventanales despachadores, que hoy en día ni una tienda de abarrotes la tiene, pero volvamos al tema, esa casita taquillera no ofrece un resguardo ante cualquier tipo de clima para el que acude a comprar, podemos estar formados bajo un intenso sol o lluvia y no hay forma de protegerse alguna, es más, no voy más lejos, ni a los patrocinadores se les ocurre colocar alguna carpa que pudiera hacer más ameno el tiempo que uno requiere para adquirir sus boletos.

En fin, son detalles mínimos, a lo mejor dirá usted, pero son importantes, por qué como anfitrión, tienes que tener la casa lista para recibir a tu invitado. Pensar en todo para que tus asistentes estén a gusto, estén cómodos, y quieran regresar en próxima ocasión. Senda mojada me di el sábado pasado, cuando acudí a ver el triunfo del América, que eso no valió la noche, lo que valió la noche fue encontrar a Zizou en su área de trabajo, tras recorrer, recorrer ese vejestorio de inmueble que NO es amigable.