Tras muchos años las #porras en el mundo han ido, como el Camaleón, cambiando, modificando sus actuaciones ante su equipo, ante sus colores favoritos.
Cuando surge el futbol, para los equipos, surgen los aficionados para cada uno de ellos. En el campo de juego, las gradas saturadas de seguidores no paraban de gritar y lanzar porras a su favorito. Ciertamente el lenguaje urbano nunca ha faltado en este deporte, los insultos para los equipos, los reclamos al árbitro y a los mismos jugadores, pero todo se englobaba en un ambiente familiar; más bien, la finalidad por las que surgen estos grupos es para alentar al equipo, competir entre ellos y dejar de manifiesto quienes son los mejores.

Conforme fue pasando el tiempo, las #porras, como se les conoce tradicionalmente, se fueron haciendo, necesarias para el equipo, por no decir indispensables, a la vez una identificación de fuerza para la institución. Pero estos grupos fueron traduciéndose en espacios para reclutar gente violenta, que se dedica a delinquir, a desfogar sus frustraciones, como muchos especialistas han definido, pero, sobre todo, gente a la que no le interesa el deporte. Hay muchas historias que han terminado en tragedia ocasionadas por las barras, hinchada, porra, seguidores, como mejor se les llame en su lugar de origen. Hoy en día la policía tiene que garantizar la seguridad, del aficionado en un espacio que no debiera requerirla, pero así se ha establecido por años. Hasta el día de hoy, los clubes, parecen no tener la menor intensión de resolver este problema, sino todos, si la mayoría en distintas ligas del mundo.

Vemos en Europa como han ido mejorando su comportamiento los hinchas, hay esa comunión entre la gente y el equipo, esa fusión que no existía y genero tanto descredito a este deporte. Hay orden, hay cantos, hay respeto, pero, sobre todo, van a disfrutar del momento. Varios países del viejo continente, pueden hablar de haber cambiado actitudes para convivir y disfrutar de un deporte universal. Lo vemos en sus competiciones, donde los niveles de violencia han registrado ya muy bajos índices, pero que aún no están exentos de ello.

El “chiquitibum” debe volver a oírse en los Estadios, debe ser la voz del aficionado, debe ser un sonido que aliente, que transforme, que ayude a pasar, simplemente pasar, un rato agradable viendo a tu equipo, a tus colores favoritos.
