El cuento de Zinédine Zidane narrado por el argentino Quique Wolff para el programa Simplemente Fútbol, describe la carrera de este artista del fútbol, quién llegó al mundo con la única misión de seducir a la pelota. Nació en 1972 en Marsella, lugar donde se enamoró del balón.

Nunca fue un centrocampista vertiginoso ni un francotirador al acecho; su cuota de goles en competiciones locales no alcanza el centenar en más de 500 encuentros, sin embargo, su pura presencia significaba peligro. La clase con la que se desempeñaba jamás le impidió ser un goleador nato. La agilidad mental le caracterizó más como un pensador que como un salvaje vikingo.

Para Jorge Valdano, el mago francés fue siempre un falso lento. “Zinedine Zidane es un elefante con el cerebro de una bailarina”, mencionó alguna vez para referirse al contraste entre la complexión física y su agilidad mental.

El talento y la inteligencia demostrados durante 18 años de carrera solo podrían describirse con adjetivos no del todo populares: el ’10’ francés fue mago, artista y maestro; genio y leyenda de un juego que él, como pocos, dominó.

“Gracias Maestro, por tanto fútbol”